Mira.
Tengo una vecina que me contó que había ocurrido un medio escándalo en su casa.
Empezó cuando encontraron en un cajón una carta vieja de la abuela. La abrieron y la leyeron en voz alta después de una comida dominguera.
La mitad de la familia se partió de risa y la otra mitad, no.
No era una carta normal.
En la carta, que es del 1940, el abuelo, un andaluz de Jaén, escribe a su mujer que le envíe la paga de “junio”
¿Y qué dinero era?
Bueno…
No era dinero de arrendar casas.
No era dinero de vender frutas.
No era un sueldo.
Era otro dinero.
Como la mujer tuvo la regla durante cinco días de junio, su marido no pudo mantener relaciones sesuales con ella.
¿Y?
Pues el dinero era un “reembolso” que la abuela tenía que pagar a su esposo por los 5 días que él había ido de pilinguis.
Era una factura de cinco días del puticlub que tenía que pagar la esposa.
Cuando me lo contó no pude evitar reírme. Jamás en la vida me esperaba que me iba a contar eso.
Y supongo que la familia tampoco se lo esperaba cuando leyeron la carta.
Pues eso es un domingo divertido.
Comerse una paella, tomarse un vino y enterarse de que el abuelo era putero y la abuela se lo pagaba.
A ver de lo que se enteran el siguiente domingo.
Bueno…
Para vender, hay que provocar emociones que hacen hervir la sangre.
Cuanto más hierve, mejor.
Luego hay que darle la vuelta a esas emociones y dirigirlas hacia la solución.
¿Y cómo hacer esto?
Es mucho más fácil de lo que te puedes esperar.
Hacer “hervir la sangre” y “mensualidad” es algo que describe muy bien a mi curso de suscripción mensual en que enseño vender por email.
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