Hay una reality que se llama “Shark Tank” donde emprendedores van para explicar sus ideas a cinco inversores mega-ricos.

De los cinco inversores…

… hay dos mujeres, una vieja y una joven que no se llevan bien.

… un tío que va de guay.

… uno que es algo moñas

Y claro… un tío que es un cabrón.

Kevin O’Leary.

O’Leary es un billonario calvo canadiense que hace un excelente trabajo como el cabronazo rico.

Es el típico que dice a un emprendedor ingenuo… “no te quiero deprimir, pero… tú idea es una mierda”.

En un programa, Kevin O’Leary visita la heladería en la que trabajó de pequeño.

Cuando no era rico.

Va a la tienda, se acerca a una nevera de helados y señala con el dedo al suelo.

 

-Aquí fue, aquí fue el momento que CAMBIÓ mi vida para siempre.

O’Leary se pone emocional.

Empieza a hablar lento.

 

-Fue mi segundo día de trabajo, la dueña me contrató para que sirviera helados.

Un día estaba terminando la jornada y la dueña me dijo…

… “arrodíllate y quita ese chicle que está pegado en el suelo”.

Yo le respondí…

“No”.

Me miró con una cara de bruja y dijo…

“Estás DESPEDIDO.
Sal de mi heladería.”

Fue en ese momento cuando decidí que jamás, JAMÁS, iba a trabajar para otra persona.

Y así fue, nunca he trabajado para nadie.

 


Pues…

Si no vas a trabajar para otra persona, pues te toca trabajar para ti mismo.

O pegar un braguetazo.

O hacer como el Dioni.

¿Lo bueno del caso?

Pues, para vender tus servicios o producto realmente no es necasario trabajar un montón.

No es necesario hacer webinarios, masterclasses, ni training gratuitos y todo ese rollo.

No lo es.

Con solo 30 minutos al día podrías escribir un email que vende tus productos y servicios a tu lista.

¿Cómo?

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