A menudo me encuentro con blogs de marketing que te hablan de la pasión.
 
Pasión
Pasión
Pasión.
 
Vamos a hablar de la “pasión”.
 
Mira…
 
Van Gogh, el famoso pintor holandés, tenía dos cosas. Una vida miserable y mucha pasión.
 
Una vez pintó un cuadro de unos campesinos.
 
Los pintó para que parecieran monstruos.
Eran grotescos.
 
¿Su explicación?
 
“-No los pinto así de feos por sus caras feas, los pinto feos por sus ALMAS feas”
 
¿Le fue bien seguir su pasión?
 
No mucho.
 
Se hizo famoso después de su muerte.
 
Una vez, Van Gogh se enamoró de una prostituta que pasaba de él. Se cortó la oreja y fue al puti y le dejó la oreja con una nota que decía…
 
“Guarda esto con tu vida.”
 
-¿Crees que así la conquistarás? le preguntó un amigo.
-¿Qué? Es que no te oigo, respondió el apasionado.
 
Pasión
Pasión
Pasión.
 
Mira, te soy sincero.
 
No estoy seguro si estas dos historias son 100 % verdaderas. Me lo contaron cuando un amigo que tenía un coffeshop en Amsterdam me llevó al museo de Van Gogh.
 
Fue hace 10 años.
 
Pero es igual.
 
Los famosos siempre dicen que para tener éxito hay que “seguir la pasión”. Pero claro, no te cuentan de sus 30 compañeros de la academia de arte que también tenían pasión pero trabajan como camareros. 
 
O de periodistas.
 
¿Y?
 
Yo prefiero los sistemas a las pasiones.
 
Para seguir un sistema no hace falta pasión, hace falta un despertador.
 
Te levantas, dedicas 30 minutos a escribir y mandar un e-mail, y venga.
 
Mañana a repetir.
 
Cuando entra la primera venta ya verás que sientes “pasión” y te dará más ganas de seguir con el sistema. 
 
¿Mi sistema?
 
Aquí está…

… 30 días – 60 e-mails

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