Hace unos años vendía espacio publicitario para una revista de guiris en Barcelona.

Aguanté 6 meses.

Luego los mandé al carajo y me cambié de trabajo.

Vendía un producto horrible.

La gente compraba, se quedaban decepcionados con los resultados, y se daban de baja.

Bueno, cuando trabajé ahí leí sobre el jefe de publicidad de la “Woman Magazine” de los años 70.

Se ve que el tío era un crack vendiendo.

Pues, un día el jefe de publicidad, un gran chulangas, hizo algo que me hubiera gustado a hacer.

¿Qué?

Pues, el chulangas mandó a su asistenta que prepare 2.647 sobres y que los meta en un saco marrón.

Un saco tipo de Papá Noel.

Luego, el chulangas y la asistenta, un bombón tipo la pelirroja de Mad Men, se fueron a visitar un posible cliente.

Entran en la oficina.

El chulangas va con un traje elegante y la asistenta está cargando el saco como un elfo.

“Te quiero mostrar algo”, dice el chulangas le dice al posible cliente, y dice a la pelirroja de levantar el enorme saco y vaciar todos los sobres sobre el escritorio.

¡PUMBA!

Caen 2.647 sobres sobre el escritorio.

El chulangas se sienta, saca un puro, y dice de manera muy tranquila…

 

“Chaval, este es el tipo de respuesta que puedes esperar si te anuncias con nosotros. Estos 2.647 sobres aterrizaron en el escritorio de uno de tus competidores hace algunas semanas. Si quieres, podemos hacer lo mismo por ti”.

 

¿Y?

Pues estas son cosas que se aprenden cuando vendes cara a cara.

Se llama demostración dramática.

Una demostración dramática es algo tan fuerte, tan diferente, tan emocionante, que un posible cliente no lo puede ignorar.

Solo puede callar y comprar.

Nada de objeciones.

Nada de preguntas.

La demostración dramática lo mata todo.

¿Cómo hacer esto con email?

Pues, para saber más, el primer paso es…

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